lunes, 12 de abril de 2010

Antanas Mockus. Marcar la diferencia


Desde su nombre lleno de recovecos europeos y desde cuando exhibió su pálido trasero y dejó sin habla a cientos de vociferantes alumnos que saboteaban en la Universidad Nacional.

Dejó también estupefacto al país que -entre furibundo y risueño- nunca ha sabido cómo clasificarlo, pero que no se queda indiferente ante sus propuestas. A partir de allí este filósofo y matemático, experto en semiología, ha desconcertado a los colombianos con su maestría en el uso de símbolos: su boda a lomo de elefante en un circo; el vaso de agua arrojado a la cara de Horacio Serpa, su compañero de panel; el uso en bandolera de una rosada espada de plástico para ir a la Casa de Nariño; la solicitud de perdón a los bogotanos por la defección a su Alcaldía mientras se bañaba vestido en la alberca del Parque Nacional; la invasión de mimos en las calles para enseñar respeto por las señales de tránsito; la colgada de un chupo de bebé a su cuello; la zanahoria, la pirinola del 'todos ponen'. Antanas es un ser esencialmente ético y transparente. Un filósofo y un profesor. Un hombre culto, honesto, inteligentísimo, excéntrico, exhibicionista, terco, sensible, dueño de un ego complicado, soñador, romántico y de lágrima fácil. Su nombre significa Moisés y por eso tal vez su cruzada por la vida y por el respeto a la muerte llegue a despedir un tufillo mesiánico. Maneja un singular sentido del humor y una indeclinable intención pedagógica en todo lo que propone, porque le gusta poner a pensar al auditorio. Aboga por la tolerancia y el reconocimiento del otro en un país escindido por la violencia y la polarización. Predica que la vida es sagrada y combate la cultura colombiana del atajo, en la que 'todo vale' y que abre un boquete hacia la ilegalidad y el delito. Cree que se puede reproducir el bien porque 'lo sano vive y se retroalimenta'. Cree que uno de los temas futuros de discusión política en Colombia será el manejo razonable del riesgo -que en su opinión es un arte- porque el individuo quiere correr determinados riesgos y el Estado y el conjunto de la sociedad tratan de impedírselo.

Ver mas: http://www.eltiempo.com/culturayocio/credencial/antanas-mockus-marcar-la-diferencia_7477288-1

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